jueves, 7 de junio de 2012

Sin Pelos en la Lengua. Alvaro




—¿Se da cuenta Marina? —preguntó el médico.
—Lo siento doctor, ¿qué me decía? —contestó la rubia enfermera.

—Decía que la gente siempre anda quejándose del pelo. Los hombres que no tienen, quieren tenerlo; las mujeres que tienen demasiado quieren perderlo. Pero, Marina, alguna vez ha dicho usted, por ejemplo: “estoy contenta con el pelo que tengo”.
La enfermera se encogió de hombros.
—Deje que le cuente este caso —dijo el doctor mientras le entregaba un dossier y le señalaba—.  En la K. El apellido es Knopfler, como el guitarrista.
Marina reprimió un bostezo. El doctor comenzó a contar su historia:
El señor Knopfler se despertó en mitad de la noche. Pese a que se había lavado los dientes antes de ir a dormir notaba algo extraño en la boca. La sensación era que tenía una espina clavada. Se dirigió al lavabo para mirar donde le raspaba el paladar pero no vio nada. Se iba a volver a la cama cuando vio que no era el paladar, sino la lengua. Pensó que era un arañazo, pero no. Era un pelo. Tenía un pelo en mitad de la lengua. Al ir a quitárselo descubrió que no estaba sobre la lengua, sino que salía de ella. Una vez superado el estupor busco unas pinzas y se lo quitó. Volvió a la cama.
Unas horas después, o tal vez minutos, se despertó entre sudores y casi instintivamente volvió al espejo del baño. Al encender la luz descubrió que debajo de la lengua tenía más pelos y también le habían aparecido en la parte superior. Tras hacer un esfuerzo por mantener la calma fue sacándolos con las pinzas uno a uno. Eran negros, fuertes y duros. Al extraerlos, muchas veces surgía un pequeño puntito de sangre sobre la lengua. Al final, sobre el lavabo quedaron un montón de pelos. Revisó concienzudamente su lengua en todas las direcciones. Estaba limpia. Se volvió a cepillar los dientes y regreso a su cama entre temblores. Apretó los ojos contra la almohada; aunque no lo creía posible terminó por dormirse.
Knopfler volvió a despertarse. Había tenido horribles pesadillas. Entonces recordó. Notaba algo muy extraño dentro de la boca pero temía volver a mirarse en el espejo.
No fue necesario, el reflejo de la ventana le devolvió su propia imagen y su lengua totalmente cubierta de pelo. Tras esa ventana, la luna llena brillaba.
El doctor guardó silencio.
—¿Y bien? —preguntó Marina.
—Licantropía lingual. Así es como se describe el síndrome —contestó el doctor.
—Ya… bueno ¿Pero qué paso? —dijo impaciente—. Quiero decir, que qué pasó después.
—Ah, el señor K. se desmayó y a la mañana siguiente su lengua era normal.
—¿Y esta historia se la contó el paciente? — Marina comenzaba a interesarse.
—No exactamente. No me la contó. El señor Knopfler continuó con su vida pero a medida que se acercaba la siguiente luna llena no pudo soportar la idea de volver a experimentar esa transformación. 25 días después se cortó la lengua y escribió su historia. Está todo ahí, en el dossier. Puede leerlo usted misma.
Marina observó la gruesa carpeta marrón. Demasiado gruesa. Y sacó su pintauñas.
—De acuerdo doctor, tal vez algún día… Me dijo en la K, ¿no?

@Lf . Mayo 2012

4 comentarios:

  1. Ya he subido mi primer relato con foto!
    Y he arreglado la hora para que salga la de Madrid
    ;P

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  2. Aleeeeeeeee que foto más descriptiva...!!! ¿A dónde la has encontrado?.
    El relato genial. Así no da lugar a dudas de que la enfermera es o no es... jeje...
    Y lo de la hora, genial. Me tenía un poquito harta el ver una hora que no era de aquí.
    Bs.

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  3. Genial relato y genial foto.
    Por cierto, ya me contarás cómo se arregla lo de la hora, que me interesa para otro blog :)

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  4. Gracias! ... En la parte de administración del blog, en la sección de Configuración!

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