Aprendí demasiado
pronto que la locura es roja, pero también resbaladiza como una pastilla de
jabón. Lo supe antes de que los que me rodeaban comenzasen a mover la cabeza
compasivamente, como guiñoles manejados por hilos invisibles, repitiendo un
gesto antiguo como el mundo.
La locura es roja y
también resbaladiza, como lo fue aquella tarde que Aitana y yo nos
alejamos del pueblo, y rodeamos la tapia del cementerio caminando muy
despacio. Ella sonreía fingiendo ignorar lo que había al otro lado, pero
apretaba mi mano con fuerza.
—Aquí —le dije yo, deteniéndome de repetente—, es
justo aquí.
Solté la mano menuda de Aitana, que con un acto reflejo intentó tomármela de nuevo, para encontrar el vacío. Sus ojos oscuros buscaron los míos con una pregunta, pero yo aparté la mirada. No podía hacer lo que me había propuesto si me rendía ante mi hermana pequeña.
Solté la mano menuda de Aitana, que con un acto reflejo intentó tomármela de nuevo, para encontrar el vacío. Sus ojos oscuros buscaron los míos con una pregunta, pero yo aparté la mirada. No podía hacer lo que me había propuesto si me rendía ante mi hermana pequeña.
—Dime qué ves —le
ordené.
Ella miró con
desamparo a su alrededor. A un lado, el muro del cementerio; al otro, el
campo castellano que se vestía de rastrojo.
—Una tapia, David.
Su voz clara parecía
estar hecha de cristales. Por un instante quise taparme los oídos.
—Dime qué oyes
—insistí.
Aitana empezó a girar
sobre sí misma, con los ojos cerrados. Primero, lentamente; después, a mayor
velocidad. Finalmente se cayó pero no le ayudé a levantarse. Sus ojos grandes y oscuros me observaron desde el
suelo, con pena.
—No oigo nada, aparte
de los pájaros y mi respiración. También oigo mi corazón latiendo.
—¿No oyes a mamá?
Aitana se asustó, pero
consiguió ahogar el grito.
—Sólo la oyes tú.
—Ella está aquí, ¿me
oyes? —miré alrededor, temblando—. Oigo cómo me llama, cómo nos llama a los
dos. Alguien la mató y la enterró fuera del camposanto. Tenemos que
desenterrarla.
Me agaché junto a mi
hermana y empecé a remover aquella tierra rojiza. Aitana, todavía asustada, de
vez en cuando metía una mano y me ayudaba a apartar los terrones removidos.
—¿Qué harás si es cierto?
—me preguntó.
—Haré lo que ella me
pida.
Una hora después
apareció el cráneo. Seguí cavando hasta que encontré el fémur. Mi hermana y yo nos
detuvimos un instante, jadeando. Aitana empezó a llorar en silencio.
—¿La oyes ahora?
—susurré.
Ella negó con un gesto
de su cabeza.
—Mamá… —dije, mientras
cogía el fémur y lo acariciaba en mi mano—. Ella estaba tan
sola, ¿sabes? Y papá la pegaba continuamente. Aquella tarde que huyó quise ayudarla, de verdad que lo intenté.
Miré a Aitana antes de añadir muy serio:
—Pero no lo hice bien,
porque sigue sola.
Y antes de que mi
hermana reaccionase, la golpeé con el hueso hasta que estuve seguro de que ya
no se movería más. La enterré con mi madre.
La locura es roja y
también resbaladiza. Todos creen que me volví especial porque mi madre y mi hermana
desaparecieron y nunca más se supo de ellas. Pero la tierra rojiza sabe que
camino sobre hielo y barro y que, a veces, cedo al reclamo de las voces.
Pronto lo haré: unirme
a ellos, a los muertos. Estoy cansado de escuchar sus súplicas e historias. Persiguiéndome
noche y día, a pesar del tiempo que ha pasado. ¡¿Es que no pueden dejarme en
paz?!
Me gusta la foto...
ResponderEliminarY ahora mi sugerencia: Cuando se produce el desenlace me parece que pasan demasiadas cosas en un parrafo tan corto.. También se me ocurre que podrías poner lo de que la enterré con mi madre en el siguiente. No sé, por criticar un poco ;D
Jejejje, hoy estamos criticones... ¡pobre del que cuelgue hoy un relato en el blog!!!!.
ResponderEliminarEstoy con Alvaro, Rocío, dale un pelín más de sangre en el desenlace... fuerte, que se note (no sé algo así como los sesos saliendose de la cabeza... es una broma, no me hagas caso).
Sólo una cosa más, la palabra terrones me suena mal, no sé si se utiliza de verdad, pero por simpatía con el azúcar la siento como dulce.
Bs.
Minea.
¡Gracias a los dos! Voy a repasarlo despacio y lo cambio :D
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