Aquí estoy, esperando
mi turno, esperando el cruel martirio
que han de infligirme estos humanos.
Estoy tumbado, dentro de una tosca caja de pino, en la
antesala del laboratorio de extracciones.
Desde esta destapada caja se divisa un espacio cóncavo de
alrededor de 9 metros cuadrados. Sus paredes, están recubiertas de espejos
incluidas las puertas.