CRIPTONITA. Josheras.

El Sr. Lopez se dirigió al despacho del Director. No imaginaba el motivo de su llamada. Pensó que, como en otras ocasiones, habría algun problema en el balance.

-Siéntese Sr. Lopez. Aprovecho esta ocasión para decirle que cuenta con mi aprecio y el de la Empresa.

El Sr. Lopez se sentó. Por primera vez, miró fijamente al Director. Apreció que al hablar bizqueaba el ojo izquierdo y que dos grandes verrugas sobresalían por encima de su bigote cano.

-Son malos momentos- dijo el Director -esta crisis nos alcanza a todos. Hemos prescindido de otros compañeros. Ahora, siento decirle que tenemos que despedirle a usted.

El Sr. Lopez no dijo nada. Buscó la mirada del Director, quería encontrarse con ella, pero no lo logró. Vió las gotas de sudor en su calva y que sus manos movían los papeles que había sobre su mesa.

-Este es el documento con el que podrá acceder al desempleo. Firme aquí, al lado de mi firma, las tres copías, dos para usted y una para la Empresa.

-¿Alguna pregunta amigo Lopez?, ¿no dice nada?.

-No Sr. Director- dijo, mientras se limpíaba en el delantero de su chaqueta. Solo que le sudan demasiado las manos.

El Sr. Lopez  apretó los papeles que llevaba en el bolsillo. Mientras caminaba hacia su oficina los arrugaba más y más, formando un bulto que sobresalía del bolsillo de su chaqueta.

Pensó recoger sus cosas personales, ésas que al cabo de tantos años había acumulado. Objetos que formaban parte de su vida: las fotos, libros y la colección de ceniceros de cuando era fumador.

Se fijó en el poster de la pared, era lo más vistoso y alegre de aquel recinto oscuro. Presidía su mesa de trabajo, en él, el superhéroe le sonreia con los brazos extendidos.Fué un regalo de su padre junto con el primer disfraz que llevó al colegio.

-Tú serás como Superman- le dijo,-conseguirás todo lo que te propongas.

Allí frente al poster, el Sr. Lopez sacó de su bolsillo los papeles arrugados y apretándolos con las dos manos, los redondeó hasta hacer una bola de papel, la miró con detenimiento bajo el foco de luz verdosa. Las letras brillando inconexas daban un mensaje indescifrable, le decían algo que le volvía a la niñez. -"parece criptonita" - comentó entusiasmado.

El Sr. Lopez no recogió nada, cerró la puerta despacio y salió a la calle. Tenía prisa por llegar a la tienda situada dos calles más abajo. Allí fué directo al mostrador de disfrazes para adultos y salió del local silbando con el paquete de su disfraz bajo el brazo.

El ascensorista le saludó como todos los días, buenas tardes Sr. Lopez, ¿viene a ampliar la jornada?

-Buenas tardes muchacho, ¿me llevas al último piso?

-Si Sr. Lopez, ¿Quiere ver la terraza?. Desde allí se divisa un panorama excelente.