martes, 26 de junio de 2012

Si amaneces sola en París. Rocío


Hélène oye al repartidor del pan desde el balcón abierto, pero se queda unos minutos más en la cama, evitando tocar el lado frío del lecho.

No le dijeron que París era así. Gérard lo odia y lo compara con la cálida Provenza que dejaron para que él se emplease en un rotativo por las noches. Gérard, que llega del trabajo con el cuerpo vencido y protesta cuando Hélène le ruega salir a pasear.
Así que, mientras él duerme, Hélène recorre sola las calles de París, buscando los rincones que no aparecen en las guías turísticas, oliendo flores de los jardines privados y admirando los parques.
Le dijeron que París era la ciudad del amor, donde los amantes se pasean por la ribera del Sena y se hacen inmortalizar por los artistas del Pont Neuf. Pero Gérard ve un París agresivo, una ratonera que atrapa a los infelices que acuden a su reclamo.
Esa tarde un joven le pregunta su nombre a Hélène. Están en el parque y ella camina descalza sobre la hierba. Al oírle, alza el rostro, sorprendida, para descubrir una sonrisa blanca que contrasta con el azul del cielo.
—Hélene.
—Jean-Jacques.
Los ojos se buscan sin disimulo, bullendo de vida contenida. Aparece una invitación al cine y Hélène duda. ¡Hace tanto tiempo que no se deja atrapar por el séptimo arte! ¡En realidad hace tanto de…!
Con un movimiento brusco se aleja del joven, se calza y se despide diciendo que su marido la espera en casa. “Claro”, dice él, sonriendo, “si amaneces sola en París es un delito”.
Mientras Hélène camina de regreso a casa se pregunta si la soledad ya ha marcado su rostro, si Gérard habrá despertado cuando regrese y si debería comprar otra manta, ahora que se aproxima el invierno.

1 comentario:

  1. Pobrecita Hélène. La peor soledad es la de estar acompañado/a y no tener a nadie al lado.
    Y lo peor, asumirlo como algo normal, como le pasa al personaje del relato.
    Por lo demás, muy bien. El audio me ha encantado. Ya sabes, cuando quieras hacer prácticas, puedes coger alguno de los nuestros, como hablamos ayer.

    Y enhorabuena, que ganó la Roja. jejjeje....

    Besitos, Rocío.

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