Desde la ventana veo
al leñador merodeando. ¿Qué pasa?
¿El fortachón no se atreve a entrar? Ha pedido refuerzos; la guardia real está
en camino. Ay Dios, cuántos hombres
necesitáis, ¿qué teméis de esta pobre anciana? Marchaos, malditos, dejadme todos en paz. Yo no pedí
que esos niños vinieran hasta mi casa. ¿Acaso el rey no cercó mis territorios
tiempo atrás? Echadle la culpa al rey. Él y sólo él es el culpable de mis
desdichas.
El cristal devuelve por momentos mi reflejo y me aparto disgustada.
No reconozco a esta vieja encorvada y con el rostro quemado. Cuando pienso en el
rey vuelvo a verme como la joven princesa que corretea por los jardines del palacio, jugando a
esconderme detrás de los setos, mientras el príncipe me busca entre risas. Un
día me sube a la torre más alta de su
castillo y tomándome de la mano me dice “Mira todo lo lejos que puedas. Quiero compartir todas esas tierras. Contigo”.
No podía creerlo. El hombre de mis sueños quería casarse conmigo.
Entonces no sabía que estaba enferma. Tan sólo me había
pasado un par de veces y no le había dado importancia. Cuando el gran día llegó
y ya estaba todo preparado, antes de entrar al gran salón, salí a pasear por
los jardines sola, buscando un último momento de tranquilidad. De repente el sueño me venció. Cuando desperté,
entre los setos, era de noche. Qué pasó. Nadie me encontró. El príncipe esperó y
esperó, hasta que la furia y el tedio lo vencieron y canceló la boda. De nada
sirvieron mis suplicas y misivas los días posteriores. Entre la gente del
pueblo se popularizó mi historia como la de la princesa durmiente. Avergonzada
y humillada, huí al bosque donde encontré una cabaña abandonada. No quería
regresar a mi reino. Allí empecé a reconstruir la casa. Siempre había tenido un
don para recoger las hierbas, desde pequeña ya podía combinarlas para crear las
fragancias más embriagadoras. No necesitaba conocer su nombre. Como si de
teclas de un piano se tratasen no requería saber las notas para componer las
más bellas melodías… Sabía que en las plantas y hierbas estaba la solución a
mis problemas del sueño. Empecé a experimentar, día y noche, en el caldero.
Mezclé, mezclé y mezclé, hasta que logré la fórmula exacta para combatir mi
enfermedad. Mientras el príncipe continuó con su vida; en uno de sus bailes conoció a una plebeya que
lo conquistó por el minúsculo tamaño de sus pies. La perdió el rastro pero tras una ardua
búsqueda la reencontró y la convirtió en
su esposa. Yo me aislé del mundo, con mis plantas, en mi cabaña.
Años más tarde, un día volví a escribir al príncipe, ya
entonces rey. Al recibir su tímida respuesta, continué. Mensajes y regalos. Seguía siendo una mujer
enamorada, casi obsesionada. Con cada carta llegaba un poco más lejos que la anterior.
Un día le mandé una cesta de frutas con la manzana roja más hermosa que jamás
había cultivado. “Quiero compartir esta manzana. Contigo”. La noche siguiente
el rey se presentó en mi cabaña. Pasamos
la noche despiertos, espoleados por el deseo. Nada podrá separarnos, pensé. Qué
ilusa fui. Con los primeros rayos del sol mi príncipe, el rey, desapareció de
mi lecho. Sin despedirse, sin un beso, sin un adiós. Me quedé desolada. Días después,
sin saber de dónde, nació el rumor de que el rey pasó una noche con la bella
durmiente. Cuando se extiende
irremediablemente por el reino, él se defendió aduciendo que fue embrujado. Y con ello me
estigmatizó para siempre.
Oigo los golpes contra la puerta, así que ya han llegado los
refuerzos. “¡Abre bruja!”, gritan los guardias. Me sorprende que ese pequeño
ejército no sea capaz de derribar un viejo portón atrancado por una vieja
escoba. Todo en la casa es viejo. Es parte de mi aislamiento. Lo originó la
forma en la que el rey corta el rumor de
una infidelidad. Pero luego cuando su joven mujer es incapaz de proporcionarle
el deseado heredero vuelve a utilizar la excusa del hechizo y el embrujamiento.
Y un día cuando las inundaciones asolan
la comarca es el pueblo el que dice que es culpa de la bruja. Con cada nueva
desgracia el rey y sus súbditos me
castigan en represalia. Mi pequeña granja es destruida, mis cultivos arrasados.
Una noche despierto entre llamas. Casi pierdo la vida, pero consigo apagar el
fuego. Pasados los años, logro reconstruir mi cabaña pero las quemaduras y el
hambre minan mi salud. El tiempo pasa y el
bosque que me rodea es cercado para evitar que cace. Los pocos animales que
quedan en esta zona del monte son apresados en las trampas que coloqué a las afueras de la
cabaña. Cada vez quedan menos, apenas puedo alimentarme de hierbas. El día que
encontré a los niños en la trampa
estaban ya sin vida. Llevaba tanto tiempo sin comer que apenas tuve dudas en lo
que tenía que hacer con sus cuerpecitos sin vida. Los que me juzgaron no saben lo que es el hambre.
Bruja, bruja, bruja...
Cuantas veces lo habré oído en los últimos 50 años. ¿De veras todos han llegado
a creer en mis poderes, en que controlo con hechizos sus vidas? Y si fuese así
por qué habría de seguir con una existencia miserable. ¿Si todos lo creen por qué yo no lo hago? Por
qué no pensar como ellos ¿Y si alguna vez tuve ese poder? Podría escapar, ahora que el portón está a
punto de ser derribado por los golpes de los guardias. Me concentraría y
desaparecería, dejando tras de mí una nube de polvo. Tan sólo es cuestión de
concentrarse. Es cuestión de…
@lF Octubre 2012
Bueno, ya te dije que me encanta este texto. Y que no tengo pegas para él. Tal y como está, me parece perfecto.
ResponderEliminarSólo algunas cosillas, por rizar el rizo:
El cristal me devuelve (no sería mejor "el espejo ", y así se refiriria a la madrasta de blancanieves).
qué pasó... habría que poner "¿qué pasó?.
melodias... (pondría punto y seguido, en vez de suspensivos).
<mientras, el príncipe (va una coma)
que lo conquisto... (cre que sería "le conquistó).
ardúa (me pareceque lleva acento).
Cuando "el rumor" se extendió... (usas pasado en la segunda parte de la frase y en la primera no)
Y un día, cuando (va una coma)
tuve dudas (apenas dude de...)
¿por qué habría de seguir...? (pon la interrogación) ¿por qué no pensar...?
Estos pequeños detalles, y el texto perfecto!!!
Besos y enhorabuena!
Isa.
Es una bruja demasiado buena, me pregunto cómo la noche que le pilló en la cabaña, lo dejó escapar y no lo enroló en ecologistas en acción, saneando el bosque con nuevas especies y viviendo al estilo Rodriguez de ls Fuente.
ResponderEliminarBueno, bueno, bueno. Aquí viene la Ro con el hacha del leñador dispuesta a... a derribar la puerta de la bruja, claro.
ResponderEliminarLa idea de entremezclar cuentos es buena, pero no sé, quizá hay demasiado barullo, demasiados hechos, un conflicto poco definido y estaría por aconsejarte otro narrador (un narrador omnisciente, pero que narre desde el lado de la bruja-exbelladurmiente). Así se pueden describir sus rutinas en el bosque, la cabaña, sin que ella parezca un diario. Uf, muchas cosas, ¿no? Perdona si me he pasado, ya sabes que todo es opinable.
besis
A petición de Álvaro, he grabado en audio su relato. Perdona por el crimen que he hecho :-p
ResponderEliminarMe encanta, Rocío. Eres un hacha. Está muy bien narrado y le das un tono de misterio majo.
ResponderEliminarAhora, oyendote, me he dado dado cuenta de una cosa en el texto que no me cuadra mucho. Alvaro me matará, por ser tan perfeccionista, pero lo tengo que decir.
Sería mejor que el rey acudiera a ella por no tener sexo con la del pie pequeño (y no por no tener un hijo, pues no lo tiene tampoco con la bruja y si lo tuviera de poco iba a servir). Así que, mejor que la cenicienta lo tenga a pan y agua y provocado por la carencia del ardor, acuda a ella.
Y a este paso, reinventamos todos los cuentos de hadas. jajja, si tengo ganillas y tiempo esta tarde, pongo el que yo hice. Gracias, Rocio.
Isa.
Guau, Rocio, te has superado! Me ha gustado mucho y también la música... hasta me ha dado miedoo al final jajaja
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