FRACASO
POR RUBÉN CHACÓN
- ¡Tenías razón Bernal…! Una vez
más –exclamó el inspector Plans, mientras irrumpía como una exhalación en la
sala de interrogatorios. Sin inmutarse, la inspectora Bernal permaneció sentada
a la mesa, hojeando sus notas con una expresión divertida en los ojos-. No
tengo ni la más remota idea de cómo coño lo sabías, pero aquí está… -dijo Plans
señalando con vehemencia la carpeta que portaba.
>>Según el forense –continuó
Plans ignorando la actitud indiferente de su compañera-, y cito textualmente,
“la causa de la muerte se debió a una sobredosis provocada por la
administración de una combinación masiva de fármacos hipnóticos
por vía intravenosa, entre los que se han
hallado rastros de propofol, tiopental, etomidato, midazolam y ketamina”,
¡pfff, menudo pelotazo! Además, el perito estima que la muerte se produjo entre
las 11 y las 12 de la noche, lo que corrobora la declaración del anestesista
del hospital: a esa hora únicamente la sospechosa tenía acceso a los fármacos
que produjeron la muerte del sujeto…
>> ¡Angelito! Con esa carita
de mosquita muerta… ¿Quién se lo iba a imaginar…? Exceptuándote a ti, claro
está, que eres medio bruja. ¡Mírala… Pero mírala! –le requirió infructuosamente
Plans, al tiempo que señalaba convulsivamente el cristal de visión
unidireccional. Tras él se veía a una mujer menuda y cabizbaja. Parecía
enfermizamente ensimismada en hacer girar la abigarrada sortija que lucía sobre
su dedo anular izquierdo con tanta fuerza que ya se estaba formando un pequeño
charquito de sangre entre sus pies.
>> ¡Pues se te ha acabado el
chollito, doctora muerte! –seguía gritando Plans como quien habla con la radio,
pues era muy consciente de que sus alaridos no se oían desde la habitación
insonorizada donde la sospechosa se encontraba recluida-. Te has caído con todo
el equipo y vas a pasar una buena temporadita a la sombra… ¡¿Qué te pensabas…,
que no te íbamos a pillar?!
>> ¡Es que te lo juro…, me dan
un asco estos médicos que van de humanitarios y se consideran dios…! Creen que
tienen el derecho de juzgar quién puede vivir y quién debe morir… -continuó
desahogándose el inspector Plans ante la indiferencia cada vez más notoria de
su compañera-. Entiendo que habiendo sufrido un accidente como ese el tipo se
iba a quedar para chopped. Aquí está todo –dijo Plans volviendo a señalar la
carpeta del forense-: politraumatismos, quemaduras de tercer grado en más de la
mitad de su cuerpo, fractura de las vértebras C2 a C7, daños irreparables en la
médula… Que sí: Carne de silla de ruedas fijo. Y aún así, ¿qué…? ¿Quién coño se
creerá que es para decidir sobre la vida de ese hombre…? ¿Qué pasa…? –preguntó
girándose violentamente hacia su compañera-. ¿Es que no vas a decir nada…?
Súbitamente Plans sintió una
punzada de dolor en su mejilla. Su compañera le había lanzado, no sin cierta
inquina, una de esas bolsas de pruebas que contenía un pequeño objeto metálico.
Y ésta había impactado en mitad de la cara del inspector. Tenía el aspecto de
una tuerca, pero Plans supo inmediatamente que se trataba de un anillo. Una
alianza que hasta un policía torpe y descuidado como él podría identificar…
- No me jodas –logró articular el
inspector-. ¿Qué…? ¿Quieres decir que…, que ella era…?
- Así es…, la doctora Frías era su
mujer –sentenció Bernal levantando por primera vez la vista de su cuaderno y
enfrentando con dureza la mirada de su compañero.
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