miércoles, 4 de julio de 2012

Mi hija Maggie. Josheras



Ahí está mi hija Maggie, mi hija ùnica. Desde mi ventana veo como se marcha con  paso resuelto, seguro, elegante. Enfundada en su abrigo de mohair. Portando su maleta y maletin de Loewe. Va hacia un destino y una vida que sin duda le hará feliz.


-Ah las hijas-, cuánto esfuerzo y sacrificio se llevan de nosotras las madres que como yo, dedicaron tanto esfuerzo y dinero para labrarlas un porvenir.

Reconozco que mi trabajo por perfeccionar su carrera se ha visto pronto recompensado, porque Maggie tiene madera de modelo, es elegante y atractiva.

Desde pequeña despuntó por su belleza exótica. Sus primeros andares fueron graciles y seguros.

Fuí yo quien la enseñé esa seguridad esa seguridad al andar, ese ritmo donde los hombros, las caderas y las piernas van a un mismo compás.

-Procura no caerte- le decia, un cuerpo como el tuyo no puede tener cicatrices ni moratones, ha de estar siempre perfecto.

Bajo ese idea de su perfección, ha girado mi vida. He invertido dinero y esfuerzo en ello, busqué el mejor cirujano plástico para moldear sus caderas y conseguir ese pecho tan perfecto.

Ahora, al verla marchar tan feliz, me acuerdo de los malos momentos que hemos pasado juntas.

El primer bache, fue en su adolescencia, cuando se disparó su apetito y su cuerpo ensanchó por todas partes. Pero mi rigidez y sentido de responsabilidad para lograr el triunfo de mi hija se impusieron. Aquella dieta casi milagrosa y las horas de gimnasio volvieron a estilizar su figura.

El siguiente, tuvo lugar al conocer a aquel vecino nuevo, del que se enamoró profunda y obstinadamente.

Salimos adelante gracias a que mi Maggie es una chica obediente y escuchó mis consejos:

-Ese amor, es un amor imposible Maggie- le dije. He invertido todos mis ahorros en labrarte un porvenir, de manera que no voy a permitir que lo arruines todo por un ser así, que solo sabe estudiar e ir a manifestaciones con un pañuelo palestino. Mira Maggie, ahora te empiezan a conocer en  los medios, te dan papeles en la tele, hija, sigue tu carrera y olvidate de ese chico.

Maggie ha tenido suerte, ha encontrado el hombre que le ofrecerá la vida que se merece.

Ahí está mi hija Maggie, portando la maleta y el maletin, calzando sus "blaniks" con paso firme. El la espera en el deportivo, desde mi ventana solo veo el morro del coche. Yo ya he viajado en él, es tan seguro que parece que se desliza por la carretera.

Es verdad que tiene bastantes más años que ella, pero estos hombres no lo parecen, se cuidan tanto, que casi no se nota la diferencia de edad.

Lo que no me gusta, es que no se baje del coche para ayudarle con el equipaje. Bueno, es lógico, con tanta gente a su servicio, no está acostumbrado.








2 comentarios: