Yo nací un 14 de marzo de vaya usted a saber qué año. Mi
madre siempre dijo que me había concebido en el mes de julio, el día 14, justo
dos meses después de que mis padres se casaran. En realidad, se iban a casar un
mes antes pero descartaron hacerlo porque el padre de mi padre había fallecido
un 14 de abril, el mismo día que mi padre nació. Y aquel año mi madre celebró
su cumpleaños, el 14 de noviembre, con un bello bebé en sus brazos.
Siendo muy jovencita, con 14 años, conocí a Valentín, el que
luego sería mi marido. Años más tarde, en un 14 de enero, llegaron a mis manos 14 rosas rojas acompañadas de una petición de matrimonio.
Realmente, era feliz. Un buen hombre y un número de la
suerte y un niño sano y hermoso que nació un 14 de junio. El parto de la niña,
dos años más tarde, fue más complicado. Ella nació bien, un 14 de septiembre
soleado, pero yo pasé del paritorio al quirófano y durante 14 días se
temió por mi vida. Fue la primera vez que tuve miedo del número catorce.
Vivimos años de bienestar emocional y económico hasta que un
día 14 despidieron a mi marido. Y lo poco que teníamos, lo jugué al azar, en una creencia errónea de que el número 14
iba a solucionar mi vida. Gasté tanto dinero que no sólo terminé de arruinar
nuestra cuenta corriente, sino también mi matrimonio. Mi marido, desesperado y
agotado, me pidió el divorcio un 14 de agosto.
Al poco tiempo, mi
padre enfermó. Y falleció. No, no
falleció un día 14, como yo esperaba. Y secretamente, pensé que la maldición
del número quizás estaba acabando. Y, además, la
habitación del hospital donde murió no era la número 14, ni le atendieron 14
médicos. Por fin, parecía que el dichoso número me daba una tregua. Tras velarle una noche entera, le acompañé hasta su última morada. El cortejo fúnebre se dirigió por las calles del
cementerio hasta detenerse en la sección 14, tumba 14.
Desde entonces, ya hace 14 años, todos los treces de
mes, por la noche, cierro puertas y ventanas. Pienso
que el aislamiento me librará de la maldición que me persigue. Hoy es 14 de
octubre y me encuentro en su consulta, contra mi voluntad, obligada por mis
hijos. Otros psiquiatras me han
diagnosticado una neurosis obsesiva, pero yo no estoy completamente segura de
ello, mi vida y mi mente estan bien excepto cuando aparece la cifra. El único mes
del año en que no me ha pasado nada en catorce, ha sido en el mes de diciembre y ya queda poco. ¿Usted qué opina,
doctora?
Minea
Originalísimo relato. Creo que te ha quedado muy bien corregido. Verás que la pregunta te la he puesto en otra línea, tras punto y seguido, pero si no te convence, puedes volver a dejarla como estaba.
ResponderEliminar¿No quedarían mejor tres puntos suspensivos?
ResponderEliminar" y ya queda poco...¿usted que opina, doctora?
Sí, es otra opción, aceptamos "barco".
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