Goteo. Josheras.

El calor de la discoteca  empapaba de sudor sus cuerpos que, abrazados, formaban una ficha de dominó donde el blanco del pecho de ella se fundía en aquella figura de piel negra y reluciente que las luces de los focos azuleaban al pasar por ella.

De la frente de él resbalaban gotas de sudor que caían al cuerpo de ella. Gotas de sudor que, una a una, formaban un hilillo al resbalar por su cuello introduciéndose por el desfiladero de sus tetas.

Parece un río, pensó. Quiso comentárselo a ella pero no pudo, entre la gente vio avanzar al "rapado"de su portal, observó cómo sacaba el machete del bolsillo y el sudor se le heló como el granizo.

Abrió los ojos y se encontró en un cubículo con cortinas blancas a los lados, quiso moverse pero el fuerte dolor del costado se lo impidió. Miró el lugar donde se encontraba, al lado de su cama un tubo largo dejaba colgar una bolsa transparente con un conducto que se introducía en el dorso de su mano.

¿Por qué estoy aquí? -se preguntó-, le costaba recordar. Miró hacia arriba, por aquel conducto caía una gota detras de otra, a veces se juntaban dos o tres, formando un canalillo acuoso.

-Parece un rio- dijo, instintivamente.

La puerta se abrió y una enfermera joven entró, se sorprendió al verle con los ojos abiertos.

-Ese río -siguió diciendo él-, ese rio no vá por donde debe de ir.

-Ha despertado -le dijo la enfermera sonriendo-, ¿se acuerda de lo que le ocurrió?. Dígame, ¿por donde debería ir el rio?

La enfermera se inclinó hacia él, su bata desabrochada mostraba un pecho sonrosado, redondo, él quiso hablar, pero no pudo, los pinchazos en sus sienes le cortaban el habla.

Con la mano libre separó las solapas de la bata de la enfermera y con el dedo índice trazó un recorrido desde el cuello hasta el fondo de su cuerpo

-Por aquí- musitó haciendo un gran esfuerzo.

                                                     Josheras