lunes, 5 de noviembre de 2012

Caperucita 2.0 . Alvaro


-Ven a acostarte conmigo –dijo el lobo desde la cama.
Caperucita Roja se quitó la ropa y al meterse a la cama se quedó muy, muy sorprendida al ver cómo era su Abuela en camisón.
-Abuelita, ¡qué brazos tan grandes tienes!
-Es para abrazarte mejor, hija mía.

-Eso me gusta, me gusta que me den cariño. Eso sí, fuera y dentro de la cama. Para mí es muy importante sentirme querida en todo momento,  no sólo cuando llega la hora de… En fin, ya sabes. Creo que una relación se mantiene las 24 horas, aunque muchos parecen no enterarse. O peor, no quieren enterarse… o se  quedan dormidos cuando les estás contando algo importante.
El lobo asintió y extendió sus peludas patas sobre las delicadas piernas de Caperucita.
-Abuelita, ¡qué piernas tan grandes tienes!
-Es para correr mejor, hija mía.
-Me gustan las piernas grandes. Yo necesito un hombre fuerte a mi lado, y no me refiero a cuatro musculitos puestos de gimnasio. Necesito un hombre vigoroso. Me encanta que sea caballeroso, que me ayude con las maletas cuando viajo, las bolsas cuando compro; ¡las chicas no estamos hechas para cargar como mulas! Y que tenga energía, que si lo necesito para ayudarme con algo en la casa no me venga con excusas de que está cansado del trabajo o que ha quedado con sus amigos. Mmm, Abuelita, ¡qué orejas tan grandes tienes!
-Es para oírte mejor, hija mía.
-Pues eso necesito yo, que me oigan y sobre todo que me escuchen. Porque los hombres no escuchan. Mi ex, Pedro, el leñador, mira que le dije que ese trabajo no era para él, que no hay futuro en el campo, que para ganarse bien la vida hay que ir a la ciudad. Pues no, el erre que erre, empeñado con que la vida aquí es más natural, que si patatín, que si patatán, en fin, mentalidad de pueblo. Porque a ver, yo también he nacido en un pueblo, pero me doy cuenta de las cosas porque no soy una ignorante de la vida.
El lobo acercó su cara a la de Caperucita, su rostro oscuro contrastaba con el de ella.
-Abuelita, ¡qué ojos tan grandes tienes!
-Es para verte mejor, hija mía.
-Entonces mírame bien, soy una mujer moderna. Eso es lo que tienes que ver, y respetar. Una mujer independiente, que se gana la vida y no necesita de un hombre para conseguir la felicidad. Segura y decidida. También atractiva y sexy, que disfruta del sexo pero que finalmente busca un alma gemela. Un compañero de viaje. Una relación estable, que me complete como mujer, pero sobre todo, como persona.
Caperucita, consciente de sus encantos,  se volvió de espaldas para que el lobo pudiera apreciar su voluminoso trasero. Esperaba algún tipo de reacción. No ocurrió nada.
 -Abuelita, aunque ahora no pueda verlos, ¡qué dientes tan grandes tienes!- dijo ella sin girarse.
Silencio.
-¿Abuelita?
Cuando Caperucita se dio la vuelta, la puerta de la cabaña estaba abierta y volvió a encontrarse, de nuevo, sola en la cama.



@lF Octubre 2012

3 comentarios:

  1. Qué bueno, qué bueno, qué bueno. Una idea muy bien llevada, esa mezcla de caperucita de cuento y mujer liberada (¿no estarás viendo Once Upon a Time?).
    Quizá tiene cosillas menores a corregir, pero el efecto primero es buenísimo.
    Enhorabuena, majo.

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  2. Jajjaj, la verdad es que el texto y la idea son buenísimos... hay alguna cosilla de signos de puntuación, mañana te lo miraré... o te lo mira Roció, por cierto Rocío, guapa, Re-Bienvenida.Cuatro cosillas de puntuación y listo pa·salir corriendo.

    Besos.

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    1. Besos, Isa, la verdad es que es un gusto leeros. Cuánto os echaba de menos. :-)

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