-Ven a acostarte conmigo
–dijo el lobo desde la cama.
Caperucita Roja se quitó
la ropa y al meterse a la cama se quedó muy, muy sorprendida al ver cómo era su
Abuela en camisón.
-Abuelita, ¡qué brazos
tan grandes tienes!
-Es para abrazarte mejor,
hija mía.
-Eso me gusta, me gusta
que me den cariño. Eso sí, fuera y dentro de la cama. Para mí es muy importante
sentirme querida en todo momento, no
sólo cuando llega la hora de… En fin, ya sabes. Creo que una relación se
mantiene las 24 horas, aunque muchos parecen no enterarse. O peor, no quieren enterarse…
o se quedan dormidos cuando les estás
contando algo importante.
El lobo asintió y
extendió sus peludas patas sobre las delicadas piernas de Caperucita.
-Abuelita, ¡qué piernas
tan grandes tienes!
-Es para correr mejor,
hija mía.
-Me gustan las piernas
grandes. Yo necesito un hombre fuerte a mi lado, y no me refiero a cuatro
musculitos puestos de gimnasio. Necesito un hombre vigoroso. Me encanta que sea
caballeroso, que me ayude con las maletas cuando viajo, las bolsas cuando
compro; ¡las chicas no estamos hechas para cargar como mulas! Y que tenga
energía, que si lo necesito para ayudarme con algo en la casa no me venga con
excusas de que está cansado del trabajo o que ha quedado con sus amigos. Mmm, Abuelita,
¡qué orejas tan grandes tienes!
-Es para oírte mejor,
hija mía.
-Pues eso necesito yo,
que me oigan y sobre todo que me escuchen. Porque los hombres no escuchan. Mi
ex, Pedro, el leñador, mira que le dije que ese trabajo no era para él, que no
hay futuro en el campo, que para ganarse bien la vida hay que ir a la ciudad.
Pues no, el erre que erre, empeñado con que la vida aquí es más natural, que si
patatín, que si patatán, en fin, mentalidad de pueblo. Porque a ver, yo también
he nacido en un pueblo, pero me doy cuenta de las cosas porque no soy una
ignorante de la vida.
El lobo acercó su cara a
la de Caperucita, su rostro oscuro contrastaba con el de ella.
-Abuelita, ¡qué ojos tan
grandes tienes!
-Es para verte mejor,
hija mía.
-Entonces mírame bien,
soy una mujer moderna. Eso es lo que tienes que ver, y respetar. Una mujer
independiente, que se gana la vida y no necesita de un hombre para conseguir la
felicidad. Segura y decidida. También atractiva y sexy, que disfruta del sexo
pero que finalmente busca un alma gemela. Un compañero de viaje. Una relación
estable, que me complete como mujer, pero sobre todo, como persona.
Caperucita, consciente de
sus encantos, se volvió de espaldas para
que el lobo pudiera apreciar su voluminoso trasero. Esperaba algún tipo de
reacción. No ocurrió nada.
-Abuelita, aunque ahora no pueda verlos, ¡qué dientes
tan grandes tienes!- dijo ella sin girarse.
Silencio.
-¿Abuelita?
Cuando Caperucita se dio
la vuelta, la puerta de la cabaña estaba abierta y volvió a encontrarse, de
nuevo, sola en la cama.
@lF Octubre 2012
Qué bueno, qué bueno, qué bueno. Una idea muy bien llevada, esa mezcla de caperucita de cuento y mujer liberada (¿no estarás viendo Once Upon a Time?).
ResponderEliminarQuizá tiene cosillas menores a corregir, pero el efecto primero es buenísimo.
Enhorabuena, majo.
Jajjaj, la verdad es que el texto y la idea son buenísimos... hay alguna cosilla de signos de puntuación, mañana te lo miraré... o te lo mira Roció, por cierto Rocío, guapa, Re-Bienvenida.Cuatro cosillas de puntuación y listo pa·salir corriendo.
ResponderEliminarBesos.
Besos, Isa, la verdad es que es un gusto leeros. Cuánto os echaba de menos. :-)
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