Llego
unos minutos tarde a nuestra reunión. En el despacho, Anna está esperando
sentada al otro lado de la pequeña mesa de cristal. Ella no me ve y aprovecho
para observarla desde la puerta. Su aspecto, como siempre, es impecable. Lleva un traje de raya diplomática y el pelo
recogido en un moño alto. Sus gafas de pasta negra no consiguen ocultar el
poder de su mirada, de un color azul claro casi plateado.
—¿Pudo
ojear los informes? —me pregunta tras estrechar mi mano. A través de la mesa
veo sus muslos firmes y torneados, ajustados bajo su falda oscura.
—Querida
Anna, ¿crees que si los hubiese analizado tendríamos esta reunión a estas horas?
No me malinterpretes, me encanta verte, pero madrugar nunca lo llevé bien.
—Claro —dice
inclinando ligeramente su cabeza mientras toca la esfera de su reloj, las
manecillas apuntando hacia el norte, como si de una brújula se tratara.
—Estás
especialmente atractiva esta mañana Anna.
—¿Podemos
empezar? —carraspea ligeramente.
—Adelante
—le contesto con mi mejor sonrisa.
Anna
vuelve a carraspear y saca de una carpeta de cuero negro los informes que
recibí hace dos días y unas pequeñas fichas en cartón rojo.
—Empecemos
entonces. Opción A: MJ. 39 años. Buena familia. Educadora infantil. Recién
divorciada, hace tan sólo unos meses. Ella quería tener un niño, pero él ya
tenía dos. El matrimonio tan sólo duro año y medio. Capital estimado en 500.000
euros, probados 100.000.
Anna me
acerca una pequeña ficha con esos y muchos más datos que no miro. Prefiero
centrarme en sus piernas.
—Opción
B: LR. 31 años. Hija de un adinerado hombre de negocios. Sin trabajo reconocido.
Caprichosa. Numerosas adicciones. Alcohol, pastillas,… ¿hombres? En
rehabilitación los últimos seis meses; salió del centro el pasado Agosto.
Estimado 2 millones de euros, probados… 50.000.
—¿Sólo?
¿Es correcto ese dato?
—Es lo
único que hemos podido encontrar. Seguramente su padre le controla o retiene
gran parte de sus ingresos.
—Hmmm,
de acuerdo. Perdona la interrupción —rozo los dedos de Anna al recoger la
segunda ficha.
—Opción
C: SST. 34 años. Empresaria del mundo de la noche, con gran olfato para los
negocios. El año pasado estuvo ingresada por problemas de estrés y ansiedad.
Desde entonces apenas se la ha visto. Semi-retirada de la escena pública. Estimado
en más de cuatro millones de euros. Probados dos.
Anna
descruza y cruza de nuevo sus piernas. Yo recojo la tercera ficha. Ella me mira
esperando que diga algo.
— ¿Y
bien, tu recomendación querida?
—Señor,
como habrá podido apreciar las opciones están ordenadas en orden creciente de
riesgo.
—A más
riesgo, mayor beneficio —me levanto de la silla y me acerco por detrás a la de
Anna.
Ella sigue estática con su espalda perfectamente erguida. No me
cuesta demasiado soltar las pinzas que recogen el moño de Anna. Su melena rubia
se desparrama por su espalda.
—Pero
no me has contestado Anna, quiero tu recomendación.
—Señor,
—mueve lentamente su cabeza hacia mí, quitándose sus gafas. Cuando me mira se
lleva la patilla a la boca y la muerde ligeramente asomando su lengua entre sus
dientes—…no me cabe la menor duda que embaucará a la mujer que se proponga... Opción
C.
Hola Alvaro, seguramente lea tus relatos, los dos, en este fin de y te comente. Este le he leído por encima, a primera vista no lo he entendido muy bien, pero tengo que leerlo con más calma.
ResponderEliminarBs. Isabel.
Álvaro, demando una explicación :-p
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